miércoles, 2 de noviembre de 2011

Del Siglo de Oro al siglo del moro

Sepa de entrada el lector que el título de este artículo no pretende echar pestes sobre ningún colectivo de inmigrantes ni ser reflejo de posibles ideas racistas de un servidor, en el caso de que las tuviera, sino que ha sido elegido por el simple hecho de evidenciar de forma gráfica y clara la intención de estas líneas.  Y sabedor de que una imagen vale más que mil palabras y que el titular de un artículo es por desgracia lo más leído del mismo, por lo menos en este nuestro querido país, pues aprovecho este defecto para por lo menos atraer e interesar un poquito más al lector.  Aunque tampoco mentiría mucho si contrapusiera la época dorada de la cultura española, los siglos XVI y XVII, a la nula educación, higiene, voluntad de integración o formación de la mayoría de los inmigrantes del norte de África que vagan por nuestras ciudades y a los que históricamente siempre hemos llamado moros. Y lo de vagar no es un decir: yo tengo el “privilegio”, bueno, más bien la desgracia,  de vivir cerca de una mezquita “donada” por nuestros inefables políticos progres al “honorable” colectivo de inmigrantes musulmanes y los veo deambular arriba y abajo varias veces al día, algo harto difícil si en sus trabajos tuvieran que cumplir un horario.  Y que no me venga nadie ahora con la cantilena (o cantinela, que ambas valen) de que los vecinos del sur trajeron la cultura, el arte y todo lo bueno a esta península cuando nos invadieron.  Sabedores somos ya, en este Siglo XXI, que ni tanto ni tan poco.  Pero dejemos la historia de España y  la invasión berebere, que no árabe,  para otra ocasión y vayamos al grano.
En los pasados días se han cumplido diez años de la existencia de la archiconocida “Wikipedia”, un proyecto de enciclopedia global y abierta que ha extendido el acceso al conocimiento a una gran parte de la sociedad, adoleciendo eso sí,  según sus detractores, de exactitud y fiabilidad. En los diferentes medios que suelo consultar, se han publicado bastantes artículos sobre el tema, por lo que no incidiré en los problemas propios de un proyecto de “código común” como este, como pueden ser la falta de participación o de financiación, sino  que me centraré en un detalle: es una quimera afirmar que el “acceso al conocimiento” se ha ampliado a la mayor parte de la humanidad. Ya lo decía en otro artículo que publiqué hace unos meses: frente a los ya 7.000 millones de seres humanos,  somos una exigua minoría los que navegamos por Internet, de esta minoría aún son menos aquellos que leen algo, aunque sean los titulares: de hecho está demostrado y cuantificado que los usos principales que damos a la Red son el acceso a pornografía,  a juegos, a imágenes y a descargas gratuitas. Lo de leer más allá de un titular queda para esa pequeña “elite” que aspira a algo más en la vida que a cubrir sus instintos básicos y animales.  Por lo que, por mucho que la Wikipedia lleve diez años, existan unos cientos de miles de editores (en 240 idiomas) y hasta 136 bibliotecarios  en español (aquellos que se dedican a corregir y editar los artículos), eso no significa que el nivel cultural medio de nuestra sociedad haya crecido en esta última década.
Yo más bien estoy convencido que todo ha ido a menos, sobre todo aquí en la península ibérica: que la sociedad culta, aquella que lee y entiende, aquella que no memoriza sino que relaciona, está perdiendo terreno a marchas forzadas frente a la “masa”, al consumidor de titulares, imágenes y “chutes” de actualidad que entran por un lado, satisfacen un instinto primario, y salen por el otro orificio sin dejar ni el mínimo rastro en las neuronas del individuo.
Y no me las voy a dar ni aquí ni ahora de ser parte de esa “élite” capaz de entender. Más bien me siento cada día más pequeño intentando comprender a gente realmente capacitada, a personas que tienen algo importante que contar y transmitir a los demás, algo duradero y que aporta valor a la propia existencia,  llámense Girauta, Albiac, Espada, Pérez-Reverte, Gistau, Arcas, el Trasgo de la Gaceta o Lerín Riera. A este último, por desconocido para la mayoría, os lo recomiendo a todos fervientemente (aquí tenéis el enlace). De los otros nombrados (que no nominados, que eso es cosa de la telebasura) poco os tengo que contar. Hay muchos más, pero tampoco pretendo hacer ahora una lista de todos aquellos columnistas, escritores o pensadores que realmente valen algo. Son los primeros que me han venido a la cabeza. O quizás los que me más me gustan. Chi lo sa.
Y en cuanto al título del artículo, pues eso. Del esplendor cultural del Siglo de Oro español hemos pasado a una sociedad sumida en la decadencia absoluta, en la crisis de valores, en el nulo afán de aprender o aportar algo, en la ley del mínimo esfuerzo, en la corrupción, en el uso de la política como trampolín para el propio enriquecimiento, en el sexo lujurioso, deportivo y competitivo carente de un mínimo de amor o de valor superior, en la importación de mano de obra extranjera, explotada,  para mantener nuestras prebendas y en la entrega a estos nuevos “ciudadanos”, al moro (o al chino, o al paquistaní,o al rumano, o al inglés mafioso, o al ruso violento ), de nuestras creencias, nuestro pasado, nuestra cultura, nuestras calles y edificios, nuestras subvenciones, es decir, de nuestra herencia entera, inventado para ello historias para no dormir que ni Ibáñez Serrador, o  usando recursos públicos, esos que salen de la nada, para iniciativas disfrazadas de igualdad, integración, resarcimiento de pecados del pasado o alianzas de extraterrestres, cuando no teníamos ya bastante con los subvencionados clubs de aventura de los progres llamados ONGs, los programas de máxima audiencia, las porno-telenovelas, la telebasura ,los seriales, las modas artificiales, importadas  y consumistas, como el  maldito Halloween de ayer mismo,  y demás pamplinadas, que por poco que nos giremos o escondamos,  llevarán a la completa desaparición de la cultura occidental, a la trivialización de la existencia humana  y al fin de ese árbol común llamado Europa del que España y los españoles fueron semilla en siglos pasados y que, por desgracia, se han tornado en segadora, cuando no plaga, en este Siglo XXI que por desgracia nos está tocando vivir.

6 comentarios:

  1. Buenas, Ernesto

    Gracias a un amigo común que me redireccionó a tu blog, he podido saber de ti y leer tus letras.
    Coincido contigo en el análisis de esta entrada (y de otras anteriores).
    Las raices de la cultura española van dejándose de lado como si debieramos avergonzarnos de ellas pero, hay un punto en el que no estoy deacuerdo contigo: no creo que sea una desgracia vivir estos tiempos, no.
    Son los mejores para defender aquello en lo que creemos... cuando las cosas van mal...

    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Por si alguno se ha fijado (y pretenda corregirme), he utilizado 2 veces la palabra élite. Una vez acentuada y otra no. Eso ha sucedido sin darme cuenta, pero vista la explicación de la Real Academia de la Lengua me he quedado tranquilo. Ambas variantes son correctas.

    ResponderEliminar
  4. Esto, entre otras cosas, es el multiculturalismo, que al margen de ser una extravagancia progre es una curiosa y muy desequilibrada relación entre los autóctonos y esa gran masa de-como usted bien dice-desocupados: hay que tolerar su cultura y la tuya te la metes por donde te quepa.

    En cuanto a la ociosidad de estas gentes, digamos que siempre fue curioso el argumento exhibido por la progresía-a la que no fue ajeno el PP en el gobierno-de que estos inmigrantes venían a enriquecernos, y en un doble sentido,cultural y económico. Prescindiré del enriquecimiento cultural porque me da la risa, pero el económico, si bien gozó de fortuna en época de vacas gordas, se ha venido abajo con esta crisis que tantas cosas ha puesto en su sitio. ¿No nos iban a garantizar los extranjeros las pensiones de mañana? Ya vemos que sí, con jubilación a los sesenta y siete, y lo que te rondaré...

    Saludos.

    ResponderEliminar
  5. Tranquilo Ernesto, no hay más cera que la que arde y la poca que alumbra está próxima a extinguirse mientras nuestro país cercena su única vía de resarcimiento, la cultura. Pero eso a la masa indecente de escoriosos y estúpidos Ninis, canis y nuevas especies en danza en ésta nueva España se la trae floja.

    Entre niñatas cuya única meta en la vida es ser gitanas (te lo juro) y melones con gorra tipo perabólica intentando coger el canal de Maxitunning para ver las últimas novedades en carrocerías y yantas, caminamos por un abismo que sabiamente y por osmosis van ocupando los musulmanes que a la chita callando van ocupando el nicho de dominantes de la sociedad degenerada y débil en la que a marchas dobles nos vamos convirtiendo.

    Una pena que aún es reversible, si tenemos los redaños para hacerlo claro.

    Un saludazo.

    ResponderEliminar
  6. sí, esto parece a veces el Reinado de la Mugre. Tu punto irónico es muy bueno.
    saludos blogueros

    ResponderEliminar