jueves, 23 de febrero de 2012

Queridos alumnos

Me dirijo a vosotros sabedor de que en vuestra inocencia juvenil no llegáis a ver toda la mentira que hay detrás de las actuaciones de los mayores. O mejor, para ser ecuánimes, de una parte de los mayores: no vayan a pagar ahora justos por pecadores y convirtamos a todos los adultos en falseadores de la realidad y agitadores profesionales. Sé a ciencia cierta que hay mucha gente de edad que trabaja duramente, que no miente, que no manipula, que no se inventa fallos en el funcionamiento de la calefacción y que no registra dominios en Internet referidos a hechos que aún no han sucedido. Como si viajaran en el tiempo montados en un haz de neutrinos. Aunque igual es justamente esto lo que están haciendo: superando la velocidad de la luz están volviendo atrás en el tiempo, a principios del siglo XX, y con ello a la manipulación, a la tergiversación pura y dura de la realidad y a la utilización de inocentes jóvenes para sus perversos objetivos. Objetivos estos que no son más que pataletas de niño enfado porque le han quitado la tarta de chocolate, es decir, le han quitado el poder, y con ello todos los privilegios de los que han gozado durante muchos años sin pegar ni sello.

No llego a entender que de golpe os creáis lo que os dicen algunos padres o profesores o que sigáis las consignas de personajes ajenos a vuestro instituto, vagos y maleantes profesionales, con sus rastas de rigor, sus perros esperando en la esquina mientras ellos os engatusan tocando la flauta, como si estuvierais en el pueblo de Hamelín. A no ser que estos “jóvenes” estudiantes de instituto de 23 y 24 años, identificados y detenidos en los pasados días, sean al mismo tiempo vuestros camellos. En ese caso tendríais la eximente de no querer acabar con vuestros principales “colegas” y hasta ídolos. Y eso lo entiendo: las funciones básicas de los institutos de hoy en día ya sabemos que son, gracias a los 8 años de desgobierno de ZP&Co., la educación sexual, o mejor llamarlo la incitación al sexo animal, a diestro y siniestro, sin importar con quién ni por qué ; el consumo de todo tipo de sustancias prohibidas “oficialmente” (por culpa del fascismo y el PP, claro está), pero recomendadas por vuestros simpáticos docentes y, cómo no, la revuelta callejera como distracción semanal ante el tedio de tener que estudiar temas tan carcas como la ética, la historia o la moral.

Tanto Internet, tanto WIFI gratuito, tantas apps para descargaros, tanto Whatsapp, tanto Twitter y tantos lectores de libros electrónicos vendidos en estos últimos meses (lo que debería de llevar asociado la carga de libros y su lectura), y no sois capaces de daros cuenta de que os están manipulando siniestramente pero que bien encaja aquí la palabra siniestro!), de que detrás de vuestro enfado, comprensible e igual hasta justificado en algunos casos, no hay nada más que la rabia de los desposeídos (del poder) y el aburrimiento de los perroflautas de turno que con la ola de frío necesitan urgentemente algo de fiesta, algún asalto a una tienda de ropa y algo de sangre para poder reclamar indemnizaciones, solidaridad y limosna y poder llegar sin sobresaltos a la primavera, al buen tiempo, las raves, la playa y la vida al sol que mejor brilla; mientras el resto de la sociedad, léase la derecha reaccionaria, la iglesia, los bancos, los empresarios o la gente de Intereconomía y del ABC, trabajan desde el amanecer hasta el ocaso para mantener el tren de vida, ocioso, inútil y siniestro de estas garrapatas de la sociedad.

Usad vuestra capacidad intelectual, intentad ser objetivos, navegad por una vez por Internet buscando algo más que música gratis, gadgets o ebooks que jamás leeréis, y repasad un poquito, aunque sea un ratito, entre caña y caña, entre porro y porro o entre asalto a tienda y destrozo de cristaleras, la historia de la manipulación de la izquierda, lo que fue el “Agitprop” bolchevique o la desfachatez y las mentiras continuas y públicas de los líderes sindicales y de los partidos de izquierdas en España y en el resto del mundo.

Dejad de ser marionetas en manos de personas que usan palabras bonitas, que juegan con vuestros sentimientos más nobles, para buscar simplemente su propio beneficio.

Sed objetivos, analizad la realidad, estudiad, comparad, contrastad, en resumen: sed personas inteligentes y no simples herramientas en manos de los manipuladores profesionales, de los descarados líderes sindicales que viven mejor que cualquier empresario, de los políticos derrotados y defenestrados en las urnas que de golpe no saben cómo mantener su antaño sobrado tren de vida y que de la noche a la mañana ya no respetan ni las instituciones, ni las leyes, ni la verdad. (Bien pensado la verdad no la han respetado nunca)

Despertad, o seréis carne de cañón, como en otras épocas, de la demagogia, de la mentira y de la desfachatez de la izquierda, aniquiladora, por definición y por demostración científica a lo largo ya de siglo y medio, del ser humano.

Atentamente

viernes, 17 de febrero de 2012

Diestros, siniestros y ambidextros

No hay duda de que estas dos palabras, y sus combinaciones, tan usadas en nuestro rico idioma, dan para mucho. Que se usen según sus acepciones originales, es decir, para indicar que algo está a la derecha o a la izquierda, ya es más raro. Salvo reputados columnistas (como el “Trasgo” de la Gaceta, que las suele usar en todas sus variaciones) o escritores de renombre, como Arturo Pérez-Reverte, pocas veces tenemos la ocasión de ver estas palabras tan propias de nuestro idioma escritas en alguna publicación haciendo referencia a derecha e izquierda.

Hasta hemos llegado a adaptar una palabra del vascuence, ezkerra, convirtiéndola en “izquierda” y desterrando la “siniestra” original, quizás por culpa de la acepción negativa que subyace a la misma. Y aún así, intentando evitar la original, nos hemos quedado con la ezkerra “vasco-celta “que según algunos etimólogos podría significar “mano torpe”; son cosas que nos pasan, por torpes.

Que lo diestro sea algo positivo, hábil, sagaz, favorable, benigno o venturoso, o que a los hombres heroicos, aquellos que saben manejar la espada o son matadores de toros, se les llame directamente diestros, no significa nada, dirían seguramente los iletrados progres de pacotilla. Probablemente argumentarían que son imposiciones de una Real Academia trasnochada, machista, violenta de género, reaccionaria, fascista, aliada de las agencias de rating, del Real Madrid o del RCD Español y no sé cuantas cosas más. Porque decir que la Real Academia es diestra en su trabajo no se les ocurriría. Seguro.

Y menos aún se atreverían a utilizar la tan bonita palabra siniestro para referirse a lo opuesto a la derecha. Válgame Dios. Te imaginas, querido lector, a los líderes sindicales y de los partidos siniestros (esos políticos de los EREs falsos o aquellos obreros de los Rolex de oro y los generosos sueldos) proclamar a voz en grito: “Nosotros somos siniestros” o “viva la siniestra unida”. ¿A qué no? Y eso que la Real Academia lo deja bastante claro: lo siniestro es algo avieso, malintencionado, infeliz, funesto, resabio o viciado. Podría entrar en cada una de estas acepciones y seguramente en todos los casos sacaría la misma conclusión: cuanta razón tiene la Real Academia en algunas ocasiones. O para decirlo de forma más apropiada, cuan diestra es la RAE.

Pero por desgracia la vida no se circunscribe a la dualidad del blanco y del negro, del yin y del yang, del mod y del rocker, de los Beatles y los Rolling Stones, del skin y del punky, del diestro y el siniestro. Siempre tienen que aparecer los blandos, los que Jesús maldeciría, los indefinidos, los que no son ni carne ni pescado, los hermafroditas sociales y políticos, que juegan a dos barajas, cuando no se dedican directamente al trile añadiendo esa tercera bola a su quehacer diario, a su ideología y a sus principios.

Esos que quieren estar sentados a ambos lados de la mesa, los que pretenden contentar a diestro y siniestro sin mantener una postura homogénea ante sus electores, o peor aún, ante sí mismos. Los que de la diestra solamente quieren la parte capitalista y de posición social, pero que al mismo tiempo se arriman a la siniestra en todo aquello que es “chic”, “trendy”, “social”, “moderno”, “avanzado”, y que se lleva mucho en poblaciones tan siniestras como pueden ser Somosaguas, París o Nueva York.

Los que ven bien que a una unión entre personas del mismo sexo se le llame matrimonio, que ven mal que un partido político mantenga la palabra “cristiano” en su definición, o que ayer maldecían en Cataluña a una coalición diestra en su definición pero siniestra en su posición ante España, y hoy se alían con ella por el “bien” común, es decir, para sacar adelante sus presupuestos y poder repartir, adjudicar y subvencionar a su antojo, es decir, a diestro y siniestro.


Esos personajes que hoy dicen blanco y mañana negro. Que basan sus ideales y convicciones en una simple regla de tres, en el objetivo de sacar el máximo rédito particular y sobre todo económico a su actividad pública, bien pagada por todos nosotros, por cierto.

Esos, los ambidextros. O ambidiestros. Esos si que son personajes auténticamente siniestros.


miércoles, 15 de febrero de 2012

Sexo, porras y una lavadora

Ha pasado solamente un mes de calendario gregoriano desde que escribí mi último artículo, aunque en mi vida particular este mes ha adquirido una importancia bastante superior. Ha sido el mes de mi adiós a 40 (y tantos) años de vida (ya empiezo a recortar cual artista de la farándula, cuando la mayoría sabéis que Whitney Houston y yo compartimos año de nacimiento; que no destino, espero) en Barcelona, ciudad situada al noreste de España, en una bella región llamada Cataluña, que linda al norte con esa tierra gabacha y envidiosa llamada Francia y con la minúscula Andorra (hogar fiscal durante muchos años de la ahora tan sufrida Arancha) , al sur con Castellón, al oeste con las tres provincias de Aragón y al este con el Mare Nostrum.

Un adiós que me pesa poco por muchas razones, que no creo que os tenga que detallar en demasía. Sería hacer leña del árbol caído (que es como está Cataluña en estos momentos, caída, hundida, arruinada, colonizada por marroquíes y chinos, sojuzgada por un residual pero salvaje (por agonizante) nacionalismo y abandonada por las multinacionales, los artistas, los intelectuales y la gente de bien (salvo contadas excepciones que todos conocemos, como por ejemplo Juan Carlos Girauta, Justo Conde y su banda, Javier “Predi” Arcas, Sebas Cerdán, Manel “Bolsicas”, Elisabeth, Lupe, Carlos O., Pere Capdevila, Agus, Edu García, David, Bruni, Rocío, Waffen y mis demás contados pero buenos amigos, esos que me leen alguna que otra vez e igual me echan de menos).

No me pesa la despedida: si en cambio me embarga una sensación de alegría, de haber llegado a una meta parcial y de estar ante una nueva oportunidad, de curiosidad y de pasiones juveniles renacidas. Frente al “miedo al cambio”, tan cacareado en los cursos para directivos y tan presente en nuestra blandengue, ociosa y entregada sociedad, afronto estos primeros días en mi nuevo hogar con una ilusión tremenda, cual jovenzuelo en un intercambio universitario o mozo en su destino militar, que solía estar en las antípodas de su hogar, por sabia (y muy criticada) decisión de los gobernantes de otras épocas.

Instalado ya en mi nuevo domicilio, he sobrevivido los primeros tres días sin sobresaltos, adecentando las diferentes habitaciones, luchando con la desconocida calefacción por hilo radiante, decorando el salón, conectando el imprescindible equipo de música, afinando mi querida guitarra Ovation y disfrutando con los mensajes de error del receptor de televisión ante su “desconocimiento” de los canales memorizados en otras épocas y por otro lares (léase TV3, la seva, y los demás canales politizados y manipuladores de mi patria chica).

Y he cumplido con el acto, casi ritual, que definitivamente demuestra que has cambiado de hogar.

No penséis que hablo de sexo consentido (o hasta con sentido y sentimiento, que también existe), no amigos, hablo de algo mucho más terrenal y necesario, pero que indiscutiblemente es la prueba de que no estás de paso, que lo que ocupas no es la temporal e inane habitación de un hotel, sino que te has instalado en un nuevo lugar para quedarte: he puesto la primera lavadora y he tendido la ropa con vistas al nuevo “Skyline” de Madrid.



Y para rematar he bajado al bar de enfrente y he desayunado unas porras. Porras estas muy diferentes a las que solía probar en Barcelona, en manos de esos personajillos llamados “Mossos”, que ahora se me antojan más lejanos que la tierra prometida de Colón antes de abandonar Palos de la Frontera.

En definitiva, “ja sóc aquí!”, como dijo mi paisano Tarradellas en otro momento y en otro lugar.

 “Ja sóc a Madrit”. Y de aquí, al cielo.

Os espero a todos. Mi casa es la vuestra. Ya lo sabéis.


P.D. Quiero agradecer profunda y públicamente a Raúl , Ricardo y Paloma la inestimable ayuda que me han prestado desinteresadamente en la difícil tarea de encontrar mi nuevo hogar. Sin ellos aún estaría enganchado a Idealista y Micasa sufriendo por mi futuro!!