miércoles, 13 de noviembre de 2013

Ultreia et Suseia – Camino 2013

Herru Santiagu,
Got Santiagu,
E ultreia, e suseia,
Deus adiuva nos. (¿qué es esto?)


Librito del Camino 2013
Se me antojaba duro volver a recorrer las queridas tierras de España sin mis habituales compañeros de los últimos diez años Lupe y Carlos (D.E.P). Después de tantos kilómetros compartiendo alegrías y tristezas, discusiones y reconciliaciones, inclemencias del tiempo y brillantes días soleados, cansancio y heridas, ricas tapas en los pueblos y desayunos campestres a base de pan, queso y vino de Gandesa traído expresamente desde la bodega Víctor de Sarriá (municipio situado en las afueras de Barcelona), duchas frías y dormitorios ruidosos; después de todas estas experiencias, estaba seguro de que esta vez sería un  Camino extraño. 

Pies de Lémur
Nuestro honor se llama fidelidad
Aunque no se trataba de la primera vez que andaba sólo, si que iba a ser el primer tramo sin la existencia física de Carlos Oriente, presente siempre. Tan presente que antes de salir me tatué una concha y su nombre en la pierna, en esas piernas cuyas extremidades él solía tildar, con su típica sorna, de “pies de lémur”, por la curvatura de mis dedos, pero que por otro lado no dudó en curar la primera vez que salimos juntos al Camino y se me llenaron de incómodas y dolorosas ampollas nada más empezar nuestra primera travesía juntos desde Somport en el Camino de Aragón. Y eso fue en el ya lejano año 2003.

Y duro fue, obviamente, llegar al pueblo de Carcaboso donde lo dejamos en el año 2011, con media Vía de la Plata hecha y otra media por recorrer. Era el Camino, obviamente, y las flechas, los milarios , el peso de la mochila y mi propia vestimenta me lo recordaban a cada paso, pero se trataba de otro Camino. Un Camino plagado de recuerdos y con una clara intención en mi interior de homenajear con cada paso, cada doloroso pinchazo, cada cuesta y cada gota de lluvia, pero también con cada cerveza, parada, tapa, cena, majestuoso paisaje o agradable encuentro, a nuestro recordado y añorado camarada.
Nuestra tan querida expresión “PRESENTE”, que usamos muchos de nosotros desde nuestra tierna juventud recordando a ilustres pensadores de nuestra patria y a bravos guerreros caídos en esa nuestra lucha por la patria, la justicia y la libertad, se volvió de golpe, de sopetón, en algo más que una palabra ritual repetida una y mil veces. La presencia, in mente pero real, de Carlos, ha sido una constante en estos exiguos 150 km recorridos la semana pasada. Por primera vez en mi vida lo de “presente” ha ido más allá del momento del grito y del recuerdo, del homenaje y los vítores, convirtiéndose en una realidad agradable y palpable. El camarada estaba ahí, en mis pensamientos, en mis conversaciones con los parroquianos cuando preguntaban por la razón del tatuaje, en mis meditaciones tan típicas del Camino, tramos en los que te aíslas de todo, caminas a tu ritmo y simplemente te dedicas a disfrutar del aire, del sol, del paisaje y de la siempre lenta pero constante cuenta atrás hasta el siguiente albergue.  Por momentos hasta me imaginaba a Carlos aparecer tras el siguiente recodo, y, quién sabe, igual estaba ahí y no fui capaz de verle por estar más pendiente de mis pies buscando tierra blanda que de mi alrededor.
Comenzó pues mi andadura en un pequeño pueblo extremeño, Carcaboso, al que llegué andando en un “aperitivo” de 13 km por la carretera nacional desde Plasencia, y pasando por Cáparra, Aldeanueva del Camino, Baños de Montemayor, Puerto y Calzada de Béjar, Valdelacasa, Fuenterroble de Salvatierra y San Pedro de Rozados alcancé el destino de este año, Salamanca, sin mayores sobresaltos y con los eventos ya conocidos de sobra (que por muy conocidos siguen siendo la sal y el sentido del Camino) de tanto dar vueltas a España por senderos marcados con flechas amarillas: impresionantes
vistas, naturaleza en todo su esplendor, alguna vuelta adicional de varios kilómetros por una variante errónea o mal señalizada, animales de todo tipo (este año hasta desperté sin querer de su descanso a un águila real en un árbol a menos de 2 metros de mí, con el consiguiente susto al ver desplegar sus alas que casi me rozaron la cara al iniciar este ave majestuosa su lento vuelo), lugareños curiosos, rótulos de calles históricos, iglesias preciosas, gente encantadora, abierta y servicial en todas y cada una de las paradas, cruceiros antiguos y milarios romanos por doquier, problemas físicos que desaparecen por arte magia al día siguiente, albergues sorprendentes y hostales de carretera, y un
par de extranjeros, como no podía ser menos, haciendo el Camino. A estos 2 únicos peregrinos que me encontré este año no los vi hasta la tercera etapa, por lo que no llegamos a intimar demasiado, aún así, y por esa “magia” del Camino que conocemos todos los que lo hemos hecho, las dos etapas con ellos las guardaré en el recuerdo,  como a toda la gente que he ido conociendo desde el año 1999. Porque es bien sabido (y lógico)  que desayunar, andar, descansar, comer, visitar el pueblo, beber, cenar y compartir albergue durante dos días da para mucho, son 48 horas intensas que en tu vida normal no sueles compartir ni con tus amigos más cercanos. Cosas del Camino.

Poco más. Seguiré caminando.

Y Carlos seguirá presente, sin duda. Este año ha estado a mi lado, y como no va a haber discusiones ni divergencias en cuanto al camino a seguir,  al bar que entrar o que tapa pedir, el año que viene repetiremos. Ambos.




¡¡Buen Camino camarada!!


miércoles, 9 de octubre de 2013

Idiomas que unen, lenguas que separan

Cuanto me duele ver una sociedad plurilingüe, como lo es la española, tirar por la borda las bondades y las ventajas que ello supone, por simples intereses crematísticos, temporales y anacrónicos.  Más aún cuando los propios impulsores de un monolingüismo uniforme y dictatorial, como en el caso de Cataluña, usan en muchos casos el idioma que quieren apartar o devaluar como lengua propia, tanto en su vida particular como laboral.  Es decir, que están mintiendo a los ciudadanos, pregonando una cosa pero haciendo totalmente lo contrario (un claro ejemplo de ello es la escolarización de sus vástagos en caras escuelas extranjeras y de renombre, a fin de evitarles el suplicio de una educación dirigida y anular con ello sus perspectivas laborales futuras). De ahí emana lo artificioso y antinatural de cualquier nacionalismo, que intenta utilizar bienes profundos, culturales e históricos para pescar en las aguas revueltas de una sociedad inculta y manejable. Sociedad la nuestra que, vistos los resultados del reciente informe de “Evaluación de la Competencia de los adultos" (Programme for the International Assessment of Adult Competencies ,PIAAC, en inglés), es más fácil de engañar, amaestrar y manipular que cualquier chimpancé de circo o caballo de la Escuela Española de Equitación de Viena.

Los idiomas, y lo he dejado patente en muchos de mis escritos, abren las mentes, facilitan la comunicación y el enriquecimiento personal, permiten conocer a tu interlocutor y su cultura, entender su manera de ser y de pensar, en definitiva, unen. Y como bien sabéis vosotros, mis pocos pero fieles lectores, puedo hablar con propiedad de estos temas, ya que he tenido la ventaja de criarme en un ambiente familiar trilingüe, al que a lo largo de mi vida y formación se han ido incorporando 3 idiomas adicionales, lo cual me permite hoy en día comunicarme y entenderme en 6 lenguas diferentes, en algunas con un nivel nativo, en otras con un nivel inferior, pero en cualquier caso muy superior al falso “nivel medio de inglés” que relumbra en la mayoría de los curriculums de los jóvenes españoles y que, según recientes estudios, es equivalente al nivel de un niño de 6 años del país en el que se habla el idioma en cuestión.

Todo esto viene a cuento de un episodio vivido este fin de semana pasado en Madrid, en concreto en la parroquia católica alemana de la capital, a la que asistí a misa dominical buscando un poco de recogimiento y un mucho de acercamiento al mundo germano del que he perdido contacto desde que me instalé en esta magnífica urbe llamada Madrid.  En un ambiente agradable, una iglesia preciosa y con bastantes fieles en las bancadas, la mayoría de ellos por cierto jóvenes con niños, los dos curas oficiantes me sorprendieron positivamente con una misa casi bilingüe, intercalando lecturas en español antes del Evangelio y rematando todo con una homilía interesante, y de nuevo bilingüe, comparando la expresión “Gnade” alemana con su traducción española “Gracia”. No entraré en más detalles sobre este discurso, pero sí que me quedo con la cara de satisfacción de todos, con la atención que prestaban grandes y chicos a las palabras del párroco  y con el ambiente multicultural que impregnaba todo.

Si a esto sumamos la sorpresa final, en forma de “Oktoberfest” o “Fiesta de la Cerveza” que se celebraba en la sala anexa al finalizar la misa, y a la que raudo y veloz me apunté y conseguí convocar a unos cuantos amigos más, el día fue más que redondo.

Españoles bajitos vestidos de tiroleses, alemanes de considerable altura atendiendo a los clientes en un perfecto castellano pero con sus erres guturales que tanto me recuerdan a mi madre que en paz descanse, familias con hijos intercalando palabras y palabros en ambos idiomas, un camarero español pidiéndome ayuda al estrenar un barril de Paulaner, perdido ante la misión de llenar un Maßkrug alemán (jarra de litro), música folclórica a un volumen tolerable y alegría y bienestar por doquier, con mis amigos que se presentaron prestos y sin dilación a compartir unas jarritas y unas buenas salchichas; todo ello contribuyó a que me sintiera a gusto, sin esa tensión que impregna la vida diaria en España y Cataluña con sus disputas nacionalistas y partidistas, cortas de mira y poco humanas, haciendo mal uso de la historia, de la cultura y de los idiomas para separar en vez de unir.





Usando sus viperinas lenguas para fomentar el odio al foráneo. Al enemigo de turno creado de forma artificial para justificar sus propios actos e intereses ocultos.

Lo dicho, idiomas que unen y lenguas que separan.


Vaya diferencia

.

jueves, 26 de septiembre de 2013

¡Queremos decidir, referéndum ya!

Aunque mi ex mujer me vuelva a tachar, con una cínica sonrisilla en la comisura de los labios,  de “españolito” por escribir este artículo, en línea con esa soberbia y complejo de superioridad de los progres de los años 60 y 70, fieros y valientes luchadores anti-franquistas (de boquilla) todos ellos, pero bien apoltronados hoy en día a la sombra de un sistema que dicen despreciar pero del que maman a borbotones y gracias al cual viven como reyes, es decir, como el otro pájaro borbollón y bribón que entre resbalón, revolcón y operación va esquilmando nuestras cuentas y nuestra buena imagen, sin cumplir con su deber de Jefe de Estado y sus responsabilidades marcadas en la Constitución (el artículo  2 del Título preliminar, para poner un ejemplo), no puedo dejar de escribir estas pocas líneas para descargar mi rabia y, quien sabe, igual abrir los ojos a alguna oveja descarriada

Y en lo que será un claro déjà vupara aquellos pocos lectores asiduos que tengo (ya escribí hace un año un artículo con el mismo título que, releído esta mañana, con toda modestia, me parece muy bueno), tengo que volver a insistir en el tema del tan cacareado referéndum y el “queremos decidir” de los separatistas catalanes.

Pues claro que queremos decidir. Si después de sufrir esta pseudo-democracia durante más de 40 años, de aguantar esta partitocracia antisocial y nada representativa, que lo único que ha creado es una casta de vividores incultos que se proclaman políticos, encima nos van a quitar lo único bueno que tiene la Constitución Española del 1978 (junto con el escudo que la encabeza, que sin duda va a ser proscrito con la interpretación que hagan los “imparciales” jueces del nuevo Código Penal), y que es la Ley Orgánica 2/1980 de 18 de Enero sobre la regulación de las distintas modalidades de referéndum, es decir, el derecho a votar de forma directa sin que por medio aparezcan los innecesarios partidos políticos (aunque desde el “backstage” lo sigan manipulando con los espacios publicitarios  gratuitos, proporcionales a su representación parlamentaria, que les otorga la misma ley), estaríamos apañados. Y eso que la única vez que voté, en concreto en  el referéndum del 1986 sobre la permanencia en la OTAN, el tiro me salió por la culata y del “de entrada  no” pasamos a ser puras marionetas de los yanquis en sus múltiples guerras,  inventadas y provocadas todas ellas para preservar su hegemonía económica mundial.

Los catalanes, los españoles, queremos decidir. Queremos que se plantee un referéndum con todas las de la ley, ya sea por el artículo 92, el 152, el 167 o el 168 de la Carta Magna, ceñido a las circunscripciones provinciales previstas, con un control férreo de la aplicación del artículo 14 sobre las campañas de propaganda, y una aplicación real del artículo 15 sobre la duración de la misma, que no deberá ser superior a veinte días (a diferencia de la campaña actual que lleva a cabo el aprendiz de rey Artur Mas, cuya duración ya suma varios años, cuando no decenios si contamos a sus predecesores).

Un referéndum en el que TODOS los españoles, los que viven en las provincias catalanas y los que habitan cualquier otra de las 50 provincias y 2 ciudades autónomas que componen nuestro Estado, puedan expresar libremente su opinión sobre la pertenencia o no de Cataluña a la nación Española (una pregunta por otro lado bastante estúpida en términos históricos y sociológicos, pero que por tan manida ha pasado a ser dogma ya no solamente para los “inventores de historias e historietas” catalanes sino también para el resto de los españoles).

Queremos una consulta popular en la que la pregunta que se plantee sea clara, concreta y libre de posibles interpretaciones malintencionadas (algo por otro lado harto difícil estando en manos de políticos su redacción).

Más aún cuando el ínclito Arturo está empezando a girar la tortilla, a manipular a la gente, cambiando el discurso anti España por el discurso anti Estado. Paso previo para lavar la cabeza a las serviles ovejas catalanas y convencerlas de que no se plantea la independencia de España sino la liberación del yugo y el constante robo por parte del Estado español (otra falacia demostrable con cifras, pero ocultada de forma consciente y continuada a la población catalana).

Sutil maniobra de pura mercadotecnia que inició ayer el tan poco honorable presidente de la Generalidad de Cataluña, en aras de cubrirse las espaldas y poder seguir negociando, a escondidas, sin luz ni taquígrafos, con Mariano Rajoy, otro gran culpable, junto con el Rey,  de la situación a la que hemos llegado por la desidia, los intereses partidistas y el poco patriotismo que inspiran en el fondo sus actuaciones.

Porque por mucho que nos vendan humo con su participación en el próximo acto unitario del 12 de Octubre en Barcelona tanto el Partido Popular como Ciudadanos, no hay ni un partido político (de los parlamentarios) que realmente busque el bien común, y en este caso mantener la unidad de España. Lo único que buscan es mantener su cuota de poder, su estatus y sus privilegios.

Lo demás, mentiras. Y lo siento por esos lectores míos que siguen engañándose a sí mismos con su apoyo a dichas entidades antinaturales. Ellos son conscientes  de esta verdad, pero se escudan en el mal menor, en la comodidad, en la imposibilidad de darle un vuelco a la situación, cuando es momento de revuelta y revolución, como bien proclaman mis admirados amigos del MSR.

Al PP, a Ciutadans, a UpyD y al PSOE les importa un santo rábano la unidad de España. 
Igual que a CiU, ERC y PSC les da igual lo que suceda con Cataluña. Todos ellos persiguen sus propios objetivos. 
Sus jugosos ingresos por no hacer nada. Su “dolce vita” a costa del resto de la sociedad.

Sus escaños, sus sueldos y sus inaceptables privilegios.

Que no os engañen, amigos míos.


¡Viva España!




miércoles, 18 de septiembre de 2013

Bienvenido Alex

Me imagino que en la vida debe de haber pocas cosas que produzcan más alegría que el nacimiento de un hijo. Y aunque por circunstancias varias, o por decisión divina, no he podido disfrutar de este mágico momento, parte intrínseca de la vida de un ser humano y base fundamental y necesaria de nuestra existencia (por mucho que las abortistas sigan segando vidas a diestro y siniestro alentadas por una sociedad deshumanizada, una completa pérdida de valores, una carencia de ética y unos políticos complacientes y mentirosos), si que he sido partícipe de este mágico momento con mi hermano, mi prima y algunos amigos.

Y para alegría de su para mi tan querida familia, ayer vio la luz el pequeño vástago de Rebeca y Chus, un nuevo mini Alex que viene a llenar el vacío que dejaron su abuelo y su tío, a los cuales no conocerá en persona pero sin lugar a dudas aprenderá a querer y recordar gracias a las mil y una historias que tanto su familia como sus amigos le contaremos durante su vida.

Ha llegado al mundo un nuevo miembro de la familia Ramiro Guijarro, con un pan bajo el brazo en forma de 6 goles como 6 soles que ayer le endosó el Real Madrid al Galatasaray, sin lugar a dudas un signo positivo para acompañar este mágico momento. Y con ello no quiero de ninguna manera influir en las futuras aficiones o afinidades de mi nuevo mini amigo, él mismo decidirá en su momento si se hace seguidor del Real Madrid, del Castilla o del RCD Español. O de los 3.

Y puestos a darle la bienvenida a Alex a este mundo tan convulso, no voy a detallarle  aún todo lo malo que va a encontrarse…, hay suficiente tiempo por delante mientras vaya creciendo, viviendo, riendo, jugando, aprendiendo, comprendiendo, juzgando y sintiendo,  para que los males que achacan en estos momentos a nuestra sociedad, y en especial a nuestra querida España en cuya capital ha ido a nacer, se vayan diluyendo como nubes bajo un fuerte viento, viento de alegría que hoy más que nunca sopla en nuestra tierra y en nuestros corazones anunciando la buena nueva y diciéndole al pequeño Alex y a sus padres que aquí estamos, para acompañarle en su camino, que sin lugar a dudas estará plagado de felicidad y alegría, teniendo en cuenta  la genial familia a la que ha ido a parar.

Bienvenido Alex y muchas felicidades a los papis Chus y Rebe y al resto de la familia.


Luego os veo.

martes, 10 de septiembre de 2013

España, que difícil es quererte

Conforme pasan los años, esa ilusión que arrastro desde pequeño, el amor a una España grande, libre, justa, culta, competente y ejemplar, se va diluyendo cual azucarillo en un café con leche. Bebida que por cierto en estos últimos días está muy en boga gracias a la impagable (para llamarla de alguna forma) intervención de Ana Botella en la masónica y esperpéntica reunión del COI celebrada en Buenos Aires. 

Buenos Aires: ¿Dónde si no se podría haber celebrado una reunión cargada de mentiras y manipulaciones y plagada de comisionistas, aduladores, vividores, prostituyentes pagando y meretrices bailando un tango antes de cobrar, que en la antaño llamada Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre y hogaño convertida en reducto de judíos, psicoanalistas, dentistas, aduladores y demás gentes de mal vivir? Si Pedro de Mendoza levantara la cabeza se volvería a embarcar raudo y veloz en dirección a su querida España, aunque tal como están las cosas hoy en día en la península ibérica igual el remedio hubiera sido peor que la enfermedad. Pero dejemos la historia contrafactual y volvamos a nuestra cruda realidad, es decir, al Siglo XXI, la Vía Catalana, el inexistente nivel cultural de los españoles, el “I have a dream” del reyezuelo Arturo y las sandeces del impresentable y balbuceante alcalde de Barcelona, que sin lugar a dudas haría mejor compartiendo pesebre con cualquier burro autóctono catalán que hablando en público para vergüenza propia y ajena.

No haré más leña del árbol caído, ni pienso recrearme en los problemas lingüísticos de determinados personajes, la nula capacidad de comunicación de nuestro actual presidente del gobierno o la simplista y engañosa mercadotecnia del editor de “El Mundo”, siempre en pos del dinero fácil a costa de la inocencia de los lectores (recordemos el 11-M, como paradigma de las maneras de hacer de dicho medio). Para ello ya tenemos las redes sociales, que están echando humo de tanto insulto, chiste fácil y críticas a diestro y siniestro; eso sí, en textos simples, burdos, faltones y sobre todo cargados de faltas de ortografía. Fiel reflejo de nuestra querida patria, que a falta de cultura se ha convertido en líder mundial en el uso de teléfonos inteligentes (en la mayoría de los casos bastante más que sus propietarios), consumo de drogas varias y arraigo de la prostitución en polígonos, clubes de alterne y parques públicos. Eso sí, el nivel cultural y académico brilla por su ausencia, en todos los ámbitos, por lo que en el fondo se me antoja peor la reacción barriobajera y cutre de los creativos de “memes”, animaciones, foto-montajes y demás sandeces que los propios hechos acaecidos allende el gran charco.

Porque dicha derrota,  más predecible que el enésimo fracaso de los teléfonos con Windows 8, en el fondo solamente aporta cosas buenas a nuestro país: menos gastos, menos vividores representando a nuestro país con su patética imagen y su poca preparación, menos comisiones bajo mano y obras públicas por adjudicar y, sobre todo, menos daño a los pobres inocentes, en su mayoría niños, que siguen creyendo en los Reyes Magos y las Olimpiadas como paradigma del deporte sano y la convivencia mundial en armonía e igualdad. Puaj.

Porque vistas las caras de los jóvenes, y algunos no tan jóvenes, en los alrededores de la Puerta de Alcalá a los pocos minutos de conocerse la derrota, el único sentimiento que se apoderó de mí es el de odio eterno a los manipuladores, los mentirosos, los intermediarios y los profesionales de la adulación y la comisión (y al fútbol moderno, por añadidura). 

Es decir, mi profundo y justificado desprecio hacia todos los que mienten, magrean, saquean, utilizan y destrozan a nuestra querida patria. No hace falta que os diga quiénes son. Por algo no votáis muchos de vosotros.

España, que difícil es quererte.


P.D. Tal como me dijo una amiga ayer, espero que en este artículo siga cuidando las palabras y el contenido y sea certero en lo que digo. ;-)


lunes, 22 de julio de 2013

¿Españoles de mierda?

Poco honorable patria la nuestra en la cual las envidias, los celos, las artimañas, los rencores y los odios tribales son y han sido el motor de la involución de la sociedad, que ha pasado en pocos siglos de ser grande, conquistadora con intención creativa,  colonizadora con un claro y declarado objetivo de unión, evangelizadora con afán de aportar fe, consuelo y alivio y culturizadora con intenciones sumatorias e integradoras, a ser pequeña, ladrona y mezquina.

Y tal como avanza el siglo XXI me da a mí que cada vez será más pequeña, más pícara y menos noble. 

Hasta no ser.

Porque bien sabido es que no todos los habitantes de las provincias vascongadas son asesinos que pistola en ristre rematan por la espalda, o que certificado médico falseado en mano pasean su moribundo cuerpo en fase terminal de bar en bar disfrutando del “carpe diem” en un insulto continuo a todas las víctimas del terrorismo y a España entera;  también es notorio que no todos los andaluces se han beneficiado de EREs fraudulentos ni que se dediquen a vigilar cual perro de presa a sus vecinos para abalanzarse sobre sus predios a las primeras de cambio para arramblar con ellos a precio de saldo, cual subasteros mafiosos tan omnipresentes en nuestra piel de toro. Y tampoco creo que nadie pueda afirmar que todos los habitantes de Huelva, provincia de origen del ínclito tesorero, inversor y alpinista Bárcenas, se dediquen en cuerpo y alma a medrar, invertir lo ajeno, intermediar y cobrar comisiones, o a defender los intereses de regiones remotas, como hizo este bicharraco representando a Cantabria como senador, digo yo que algo lejos esta región de su pueblo natal como para conocer sus  necesidades y poder defender sus intereses con un mínimo de honestidad.

Y, aunque les parezca mentira a algunos separadores que se llenan la boca con la palabra España, personajes con cargos oficiales promocionando en teoría esa “Marca España” que engloba también a mi querida tierra natal Cataluña, resulta que no todos los catalanes son separatistas, ni silban al himno nacional en su tiempo libre, ni plantan banderas estrelladas en los patios de los colegios, ni se benefician de los millones defraudados en el caso Palau o en las concesiones de las iteuves, ni abren la puerta a la invasión islámica en la otrora salvaguarda del mundo occidental llamada Marca Hispánica. 

Vaya diferencia de “Marcas”.

Pero por desgracia en nuestra sociedad, entregada, conformista  y alelada, la tan cacareada y cacareante “minoría ruidosa” acaba siempre imponiéndose a esa “mayoría silenciosa” que calla (luego otorga). Y si encima que padecemos la dictadura de esa minoría ruidosa nacionalista, que controla el poder y los medios en importantes partes de España,  nos crecen los enanos con centralistas que no ven más allá de sus confines mesetarios, mal vamos.

La culpa es compartida. De todos. Y si la mayoría de los españoles optamos por la vida fácil, por cerrar los ojos, por seguir manteniendo a toda esta chusma con nuestros votos y nuestros impuestos, sin pedir un mínimo de decencia a los que nos representan, pues entonces no tenemos el mínimo derecho de quejarnos a estas alturas de que existan separatistas y separadores.

Perfiles ambos que buscan simplemente el enfrentamiento para conseguir sus sucios objetivos.

Incultos, manipuladores y vengativos ambos colectivos,  que  no pretenden otra cosa que su propia notoriedad y su ansiado bienestar a costa del esfuerzo de los demás;  alimentadores de prejuicios, leyendas y mentiras altisonantes lanzadas al aire para en su caída llenar el bolsillo de ruines políticos y cargos nombrados a dedo y poder así seguir pasando los lunes, martes y demás días de la semana  al sol sin hincar los codos y ponerse a trabajar por el bien común.

Eso sí, insultando (a poder ser en la barra del bar de moda ante unas gambas y una cerveza bien fresca), al inocente del barrio, pueblo o región vecinos, sin conocimiento de causa ni razón que lo justifique.

Digo yo que con tantas etiquetas circulando por el ciberespacio cual sentencias dogmáticas,  pero con menor alcance  y vida útil que cualquier mentira piadosa o programa electoral, el único “hashtag” que debería imperar en las redes sociales es el de #AmoaEspañaporquenomegusta.


¿Españoles de mierda?

domingo, 30 de junio de 2013

Ética y estética

Por muy manida, estudiada, descompuesta o interpretada  que esté la expresión “ética y estética”, análisis al que por razones obvias no me puedo sumar por no llegar ni por asomo a la capacidad intelectual necesaria para ello, el artículo de hoy del admirado Juan Carlos Girauta en ABC me ha inspirado para hablar un poco de estos dos conceptos.


Más aún cuando he llegado al párrafo final, en el que escribe: “Estamos hablando de nacionalismo, o sea: oscuridad, rechazo a la Ilustración (fotofobia), tendencia al bosque, a la noche cerrada, al excursionismo paramilitar, a los trasgos y endriagos, a las fogatas y a las guitarras mal tocadas, a los castillos incendiados, a las tempestades y a los naufragios.”

Cuanto me suena esto. No solamente por la realidad que estamos sufriendo en Catalunya (in situ o desde la lejanía),  sino por el retrato del nacionalismo (y, por cierto, de cualquier populismo, sea del signo que sea) y sus armas manipuladoras, estéticas y poco éticas, en forma de banderas, himnos, fuegos, juramentos y mensajes mesiánicos,  en la mayoría de los casos basados en medias verdades, historias sesgadas o directamente mentiras, como es el caso del nacionalismo catalán y su mega concierto “Por la Libertad” celebrado ayer en el Nou Camp, en el que la única parte ética detectable ha sido la renuncia de Pedro Guerra a participar por la “deriva soberanista” del mismo. Chapeau chaval, que se queden Ramoncín, Peret y los habituales actores invitados a los aquelarres separatistas (no los nombro ya que son los de siempre, con más años dando la vara que todos los episodios del NODO)  con su pobre estética trasnochada, para ti el premio de la ética en la noche ayer.

Y suerte que mi afición (y la de muchos de mis lectores) a la montaña y las fogatas queda descartada como “nacionalista” con lo de las “guitarras mal tocadas” de Girauta. Ahí tengo mi vía de escape para “escaquarme” y afirmar que somos diferentes, que la guitarra la tocamos bien y que nuestra estética incluye un mucho de ética. Y de verdad. Y de ganas de construir, no de destruir. De unir y no de separar.


La ética y la estética: siendo quien soy, siempre en el punto intermedio, ni rico ni pobre, ni tonto del haba ni intelectual, ni guapo ni feo (diferente, como decía mi madre que en paz descanse para consolarme), no puedo entrar a filosofar sobre estos conceptos, pero algunas cosas si que las tengo claras: ética sin libertad no existe, dado que ésta es un acto humano bien o mal realizado,  y la estética es la capa exterior, la que apunta a la emoción de las personas, no a la razón.

Simplificando mucho, sin duda alguna puede existir ética sin estética, pero a la inversa se me antoja imposible: una estética sin ética subyacente sería simplemente un disfraz, un maquillaje de un mal, de un hecho no ético. Simple regla de tres.

Como el concierto de ayer. Un hecho con mucha estética, que no parafernalia, y un cero absoluto de ética.
Desde el uso de fondos públicos, pasando por los mensajes, la historia manipulada, las pancartas, el regalo o subvención de las entradas hasta la transmisión “urbi et orbi” por los canales públicos, incluyendo el canal por satélite, para que hasta el último habitante de Nueva Zelanda puede ver que los trovadores catalanes siguen con la misma letanía que hace 40 años, que no avanzan, que son lo más retrógrado que te puedas echar en cara y que la ética la dejaron en el pupitre de su colegio para salir al mundo con la simple intención de manipular, medrar y robar en nombre de su milenaria invención que se caería por su propio peso si tuvieran los arrojos para convocar un referéndum real y democrático.

Mucho ruido y poca nueces, señor Mas. Al igual que su concierto “nacional” de ayer.

Demasiadas guitarras mal tocadas, poca ética y mucha estética de libro “La meva lluita (contra Espanya)”.

Y encima utilizando un bien como la música, una de las pocas cosas que une ética y estética.
Aunque no siempre.

Anda que os den. 

martes, 18 de junio de 2013

El bululú catalán

Hace pocos días volví a tropezar con una curiosa palabra en una de esas páginas web que me suelen ilusionar, dedicada a la investigación y cuidado de este rico idioma llamado español. Una lengua también denominada en ocasiones “castellano” para diferenciarla de los demás idiomas y dialectos que se hablan en España, a sabiendas que el castellano original dejó de hablarse hace muchos siglos. Nada criticable esta denominación, cuyo uso por cierto recomienda Manuel Seco en su “Diccionario de dudas y dificultades del castellano”;  y como yo siempre he defendido la grandeza de las sociedades plurilingües, como es el caso de nuestra querida península ibérica, a la que sus diversos idiomas y dialectos aportan cultura, historia y tradición,  enriqueciendo esa patria común forjada en siglos de historia deslumbrante y enriquecedora cuna de la civilización occidental, y base de nuestra herencia cultural que tantos niegan ahora sin ton ni son, pues no me parece mal hablar del castellano. Pero bueno, español o castellano, “tanto monta monta tanto”, como rezaba el lema de nuestro rey católico Fernando II de Aragón.
Y ya que hablamos de reyes, volvamos al origen de mi artículo y a su título. Palabra seguramente desconocida para muchos (por lo menos en mi caso), el bululú y sus dos acepciones en la RAE han rondado por mi cabeza desde ayer, por lo que mis ganas de compartir esta joya  con vosotros me han llevado a escribir estas líneas, y a decorarlas un poquito con la imagen que incluyo.

No me podréis negar que después de leer la definición y viendo esta foto sea normal pensar de inmediato en nuestro esperpéntico Arturo, ahora reconvertido en Artur al dejarse la “o” en casa para sus ratos íntimos y en familia, en los que, como bien es sabido, el idioma imperante es el castellano.


Así reza la definición de la Real Academia Española:

bululú.
1. m. Farsante que antiguamente representaba él solo, en los pueblos por donde pasaba, una comedia, loa o entremés, mudando la voz según la calidad de las personas que iban hablando.
2. m. Ven. Alboroto, tumulto, escándalo.

Leyendo esto quien osaría negarme que la prima acepción,  en un extraño “déjà vu”, se inspiró en las aventuras y desventuras, que no paranoias y alucinaciones, del ínclito “President de la Generalitat de Catalunya”. Empezando por lo de farsante, pasando por lo de él solo (y cada vez más sólo, por cierto), y acabando por lo de mudar la voz según las personas, en el caso de nuestro bululú patrio cambiando el discurso según el público ante el que esté actuando, parece que nos encontremos ante el acta bautismal de Arturo Mas Gavarró.
Y si pasamos a la segunda acepción, creo que no tendría folios (en nuestra era gigabytes de espacio en la nube) para repasar los alborotos, tumultos y sobre todo escándalos que ha generado, y sigue generando, el triste actor principal de esta comedia bufa denominada Govern de la Generalitat de Catalunya. 
Actor protagonista que de “Unuraple” (honorable en castellano) tiene menos que cualquier actor aficionado de hoy en día o juglar de épocas pretéritas.


Me da a mí que alguno de sus ancestros recorría siglos atrás los pueblos y aldeas de nuestra geografía acompañado de un oso bailongo, un forzudo deforme (¿de los Junqueras de toda la vida?) y algún pájaro más.



jueves, 16 de mayo de 2013

Más allá de Leverkusen


A raíz del (por una vez y sin que sirva de precedente) excelente reportaje sobre el RCD Español y su mítica campaña en la copa de la UEFA de la temporada 87/88 del siglo pasado, emitido antes de ayer por el canal deportivo de la televisión autonómica catalana (la “seva”),y que aún podéis disfrutar todos aquí, los pericos hemos revivido momentos inolvidables de nuestra vida, que se han visto reflejados de inmediato en un aluvión de comentarios e intercambio de fotografías y recuerdos  en las redes sociales, tan básicas en nuestras relaciones de hoy en día como lo eran para nuestros mayores las tertulias en los bares o los cotilleos en las peluquerías (por aquello de la paridad). Suerte que muchos de nosotros hemos sabido mantener las tradiciones y seguimos optando por las agradables conversaciones en los bares, eso si, conectados al mismo tiempo a los entornos virtuales, no vaya a ser que una charla precise de un soporte gráfico, como una fotografía de Lauridsen, o que otro contertulio no se acuerde de la alineación ante el Málaga en el tan recordado partido de promoción para evitar el descenso en la Rosaleda el 16 de Junio de 1990. También del siglo pasado.

La tradición, transmitida de padres a hijos, parte importante en la historia de cualquier club de fútbol, pero mucho más visible y real en una entidad pequeña como la nuestra, familiar, en la que nos conocemos casi todos y en la que predominan las familias de varias generaciones acudiendo juntas al campo. Como ya hacíamos la mayoría en Sarriá. De muy pequeños el recorrido era ir a Misa, seguido de una paella y la clásica ensalada mixta en la Manigua con el “Avi”, un último café en el Sarriá 82 y a tribuna, sentadito entre padre y abuelo, a la espera del primer gol y del excelente “Pepito de Ternera” en el descanso; de mayor varió un poco, sustituyendo la Manigua por el Flores de Mayo,  el último café por el último trago y la comodidad de los asientos 5 estrellas por la aventura y diversión del mítico Gol Sur, pero la esencia seguía allí, imperturbable, inasequible al desaliento, metida en vena y parte de nuestro ADN blanquiazul.

Pero en esta larga historia de alegrías y penas, epopeya más que centenaria en una lucha atroz contra viento y marea, esa televisión que ha tenido el detalle de emitir el reportaje en cuestión, llamada TV3, “la nostra”, aunque para nosotros siempre será la “seva”, ha sido, es  y siempre será el enemigo a odiar. 
Bien hizo ayer mi amigo Willi en recordármelo, ante mi inicial euforia después de ver a mis ídolos desfilar por la Ciudad Deportiva de Sadría,  comentando mil y una anécdotas de esos maravillosos años a las nuevas generaciones de jugadores españolistas que se están formando ahí y ver los resúmenes de nuestras épicas victorias contra Borussia, Milan, Inter, Vitkovice, Brujas y Bayer Leverkusen.

Porque, analizando de forma objetiva  y desapasionada el reportaje de la televisión nacionalista y culé, de pensamiento único y adoctrinamiento constante en línea con medios similares como el Pravda, las actuaciones de la STASI o los actuales RRPP de Corea del Norte,  el propio título (“Marcados”) ya encierra un aire negativo, de condescendencia, de resaltar solamente esa temporada, histórica y muy recordada por nosotros, pero trágica al fin y al cabo, como si no hubiera habido momentos gloriosos en los 113 años de historia de nuestro Club.  Si a esto le añadimos la usual manipulación de la realidad social que hacen los medios nacionalistas de cualquier evento, ocultando la pluralidad, como  por ejemplo la existencia de otras banderas en Sarriá aparte de la “senyera”, parte ésta de nuestros colores pero en ningún caso única ni homogénea representante de nuestros sentimientos, o mostrar solamente un trozo de la “torcida” que cubría parte del Gol Sur para no descubrir los símbolos y sentimientos reales que impregnaban y siguen marcando el sentir de los españolistas, pues estamos dónde siempre.

Un excelente reportaje para hurgar un poco más en la herida, para hacer daño,  para manipular a las nuevas generaciones de seguidores españolistas ocultando las partes gloriosas de nuestra historia, el verdadero sentir de los aficionados y la autenticidad de un equipo barcelonés, catalán y español.

Por mucho que me haya gustado el reportaje, por cien lágrimas que haya derramado recordando a Lauridsen, a Orejuela, a Losada, a las gradas de Sarriá, a los bares de los alrededores y a mis familiares, amigos y camaradas ausentes, no me van a engatusar con esta treta. Ni a mí ni a ninguno de mis lectores.

Conociendo encima a los actuales gestores del Club, con el enfermizo nacionalista Collet, el “Vago de Argentona”, al frente de una directiva más interesada en agradar al poder, en seguir punto a punto los mandatos de la dictadura imperante y obsesionado por arrimar el ascua a sus sardinas, léase a sus intereses particulares,  este buen reportaje no es más que un dulcificado premio de consolación que se recrea en una hazaña histórica, pero, al fin y al cabo, en una derrota que tan bien aprovecharon los medios de comunicación del sistema para sacarnos, por primera y única vez, en todas las portadas, a todo color y con grandes titulares. Recreándose.

¿Marcados? El Real Club Deportivo Español y sus seguidores no estamos “marcados” por Leverkusen. Lo recordamos con nostalgia y cariño, como una hazaña contra grandes equipos que poco tiene que envidiar a las grandes actuaciones del otro equipo de la ciudad, más bien lo contrario.

¿Marcados? Y tanto, pero por una historia familiar, de sentimientos nobles, deportiva, que se inició en un lejano 1900 como reacción a una ya incipiente dictadura de los suizos hacia los verdaderos barceloneses, hacia personas libres, catalanas y españolas que no necesitan prebendas, ni apoyos mediáticos, ni regalos de carnets de socio por trabajar en el metro, ni subvenciones, ni créditos encubiertos que jamás devolverán, ni recalificaciones de terrenos para construir su campo.

Una historia que atesora no solamente derrotas, sino también grandes victorias, promociones, Copas del Rey, Tamudazos y Delapeñazos, éxitos y hazañas que pocas veces vemos retratados a lo grande en los medios de comunicación del régimen culerdo.

Por ello, un reportaje cada tantos años, aunque sea bueno y emocionante verlo, como burla final a una historia centenaria, no nos hará cambiar de opinión. Ni nos van a embaucar a estas alturas.

TV3 sigue siendo la misma. La seva. Y su equipo, el del poder, el del adoctrinamiento desde la incubadora al nicho, el otro equipo de Barcelona, sigue siendo el enemigo.

Puta Barça y puta TV3.


lunes, 13 de mayo de 2013

Nacionalismo, incultura, manipulación y mentira


Vaya por delante que las tan grotescas abreviaturas LAPAO y LAPAPYP no aparecen por ningún lado en el  “Proyecto de Ley de uso,protección y promoción de las lenguas y modalidades lingüísticas propias deAragón” que actualmente se está tramitando en las Cortes de Aragón.

Estas expresiones se las han sacado de la manga los de siempre, es decir, aquellos que ahora no tienen el poder, ni en Aragón ni en España, con el interesado apoyo de sus voceros habituales (esos medios  de comunicación  que solamente existen gracias a las subvenciones oficiales y que encima no los lee ni el tato,  si no fuera porque se los regalan y tienen  suplementos a color sobre deportes y famosos, cartillas para alguna sartén u olla exprés o cupones de descuento). 
Y si llegan a estar en el poder, hubieran sido los de la acera de enfrente. That’s Spain.

Como suele ser habitual en este nuestro país tan dado a las confrontaciones  locales, a los reinos de taifas, bares y clubes sociales, al odio eterno al vecino del quinto y a Paco “el Merengue” (o Manolo “el cule”) del bar de la esquina, esta semana pasada tocaba meterse con el Gobierno de Aragón y su proyecto de Ley de Lenguas.

Y como es de recibo en esta nación iletrada, garrula y cainita, en la que lo que importa nunca son el bien común, la sensatez, la verdad o la realidad histórica, sino el puro interés crematístico y oportunista de los miles de políticos profesionales, de los sindicalistas ociosos, de los creadores de opinión sin ninguna clase de preparación o estudios, del nacionalismo excluyente o del centralismo avasallador  y de sus asalariados seudoperiodistas, pues esta semana tocaba meterse, sin ton ni son, con un proyecto de ley que simplemente intenta poner freno a ese pancatalanismo feroz que lleva ya varios decenios intentando imponer su lengua propia a todas las demás variantes de la misma que se hablan en nuestra península, y allende de ella. 
Que le pregunten sino a los mallorquines, menorquines, valencianos y a los habitantes de la Vall d’Aran, después de tanta imposición, persecución e intromisión, si ellos hablan catalán o su propia lengua o dialecto.

Obviamente saltarán, se enfadarán y defenderán a capa y espada que lo suyo no es catalán, que es otra cosa. Y no lo harán, en la mayoría de los casos, por su preparación en filología y su conocimiento profundo de la historia de sus idiomas o dialectos, sino simplemente como reacción a un intento externo de apoderarse de algún bien cultural suyo, de manipularlo y de ser engullidos cual calçot con romesco por algún catalán de rancio abolengo llamado Fernández i Pérez, siendo el hecho diferencial claramente la “i” la latina que enlaza sus dos apellidos tan catalanes (o lapaoneses).

Y como dictan las leyes físicas, ante una acción llega la reacción, y estando este nuestro país tan lleno de tontos que no cabe ni uno más, pues a tirar piedras al vecino de al lado, a quemar las iglesias del barrio de enfrente y a quejarse de manipulación e imposición, cuando ellos mismos lo hacen día si día también. Pero en su caso vale. Como no. Lo dicen Mas,  Rosell y Junqueras. Es por lo tanto dogma.

Así están, en pleno siglo XXI, usando un bien cultural, un idioma, una lengua, para crear polémicas artificiales, enfrentarse al contrario y abonar el terreno para la siguiente confrontación electoral, en la que atacarán con furia a los que hablen LAPAO, por fachas, y los insultarán con vehemencia llamándoles retrógrados, inquisidores o simplemente “fills de puta espanyols”.

Eso sí, lo harán en su español limitado, ese español de 100 palabras que Vaughan debería incluir en su método de aprendizaje del español, igual todo ello adornado con alguna interjección en catalán en plan "culturilla", como calçot, alioli, “som mes que un club”, "cop de falç" o “amics de l’Espinaler”.

Porque bien sabemos todos que el idioma les importa un carajo, que ellos mismos ni saben hablar ni lo pretenden, que su conocimiento lingüístico se agota en los diálogos de los programas basura que suelen mirar o como mucho en la participación desde el sofá en el concurso del Pasapalabra,  con el Google y la Wikipedia abiertos en su tableta o móvil y aún así no pasando de la segunda letra.

Lo que ya decía al principio: simples garrulos.

En catalán, garrulos.

Y en LAPAO, garrulos.

jueves, 14 de marzo de 2013

Desinformación digital


Curioso es este mundo que nos ha tocado vivir, o sufrir, en el que la mayoría de los logros y avances tecnológicos acaban convirtiéndose en tumbas de valores ancestrales.

En otras épocas, cualquier evolución, descubrimiento o invento de la humanidad, ya fueran  sociales, artísticos, gastronómicos, geográficos o tecnológicos, significaban un avance en el desarrollo de la sociedad. Pensemos en cualquier invento o descubrimiento, llámense el fuego, la electricidad o la penicilina, la preparación del foie-gras y el Cassoulet en Francia, el descubrimiento de la pasta por Marco Polo, el avistamiento del continente americano por parte de las carabelas al mando de Colón (genovés o catalán o mallorquín, según con quién hables o qué leas), o, más de nuestra época, el teléfono o la televisión.

Cualquiera de estos hechos significó en su momento un empuje al desarrollo, al comercio, a la mejora de la calidad de vida, en resumen, aportaban algo en ese crecer y avanzar constante que debería de ser parte y objetivo de la evolución del ser humano.

Pero por desgracia, esta asociación de “evolución es igual a desarrollo o mejora de la sociedad”  ha pasado a mejor vida con la llegada de la era digital y el consiguiente acceso a la información (tanto en forma pasiva como consumidor,  como en forma activa como generador), a todo “quisqui” (del latín quisque, cada uno), sin que el pájaro (o pájara)  en cuestión precise una previa y mínima formación o una autorización real o moral para hacer públicas sus ideas u opiniones.

Los hechos demostrables, las verdades innegables, la historia y hasta la propia y candente actualidad,  han pasado a ser simples conceptos variables, eso sí, digitalizados, accesibles 24x7x365 en modo multicanal, multi-dispositivo y multi-todo, en manos de cualquier persona, sepa o no de lo que escribe (o sepa propiamente escribir), y, en el peor (por real) de los casos, en manos de máquinas que gracias a sus algoritmos interpretan, manipulan, ordenan, segmentan, asocian, eliminan o añaden según convenga al creador de la rutina de cálculo.


Valga como muestra un botón, que ojalá fuera ejemplarizante, lo sucedido ayer durante la elección del nuevo Papa: desde el momento en que el humo blanco asomó por la chimenea de la Capilla Sixtina,  simbolizando con ello que los cardenales reunidos habían elegido al nuevo sucesor de Pedro con dos tercios de los votos, los motores de indexación de los grandes buscadores de Internet, los editores anónimos (o no tanto, ya que dicen las malas lenguas que tanto la CIA como el Vaticano son las máximos “correctores” de este proyecto social) de la Wikipedia, las reglas de cálculo de las casas de apuestas y los buscadores semánticos sobre texto no estructurado de las redacciones de los medios de comunicación, empezaron a echar humo intentando ser los primeros en acertar con el nombre del Papa.

Sin mencionar a los millones de seres solitarios que soltaban su limitado bagaje intelectual en las dichosas redes sociales, sin respeto alguno por la verdad, por la importancia del momento para los creyentes católicos o la idoneidad de sus comentarios ofensivos o jocosos hacia miles de millones de seres humanos. 

Y todo ello con el añadido mercantil de la publicidad asociada a toda la navegación por Internet, alma mater esta mercadotecnia de todo el tinglado agrupado bajo las siglas “www”, que más que “world wide web” deberían ser “wwc”, es decir, “what we clic”, motor principal (por lucrativo) de la evolución tecnológica de los últimos decenios.

No se trata de decir verdades, de aportar algo a la ciencia, a la cultura, al bien común. Se trata simplemente de ser el primero, de generar el suficiente tráfico digital para que el ratio de “clic-through” de los anuncios alcance ese margen necesario para que el negocio de la publicidad siga disfrutando de sus beneficios contantes y sonantes, pero sin que la humanidad se beneficie en nada de todo el montaje.

Obviamente, nadie acertó con sus predicciones en esa larga hora que medió entre la salida del humo hacia el cielo romano y la aparición del nuevo Papa Francisco en el ventanal de la colegiata.

Por mucho “Big Data”, servicios en Cloud, capacidad de cálculo, granjas de servidores en batería, algoritmos cuánticos, manipulación interesada o desinformación planificada, nadie estaba preparado para este resultado.

Y yo que estaba ilusionado con que el Papa fuera negro y llegara por fin ese apocalipsis anunciado y tan necesario, me encuentro ahora con un Papa argentino y futbolero.  

Dios nos coja confesados.

Entre las redes sociales, la publicidad personalizada hasta en la sopa y las previsiblemente eternas, floridas y psicoanalíticas homilías del Santo Padre, para no ser menos que los millones de argentinos parlanchines, no habrá donde esconderse.

P.D. Ruego se tome este último párrafo como pura ironía. No he tenido ninguna intención de insultar al Santo Padre, ni menos aún a los Argentinos, que a pesar de algún pequeño defecto que puedan tener (como todo ser humano) siguen siendo parte de esa gran patria Hispana de la que formo parte.