martes, 18 de junio de 2013

El bululú catalán

Hace pocos días volví a tropezar con una curiosa palabra en una de esas páginas web que me suelen ilusionar, dedicada a la investigación y cuidado de este rico idioma llamado español. Una lengua también denominada en ocasiones “castellano” para diferenciarla de los demás idiomas y dialectos que se hablan en España, a sabiendas que el castellano original dejó de hablarse hace muchos siglos. Nada criticable esta denominación, cuyo uso por cierto recomienda Manuel Seco en su “Diccionario de dudas y dificultades del castellano”;  y como yo siempre he defendido la grandeza de las sociedades plurilingües, como es el caso de nuestra querida península ibérica, a la que sus diversos idiomas y dialectos aportan cultura, historia y tradición,  enriqueciendo esa patria común forjada en siglos de historia deslumbrante y enriquecedora cuna de la civilización occidental, y base de nuestra herencia cultural que tantos niegan ahora sin ton ni son, pues no me parece mal hablar del castellano. Pero bueno, español o castellano, “tanto monta monta tanto”, como rezaba el lema de nuestro rey católico Fernando II de Aragón.
Y ya que hablamos de reyes, volvamos al origen de mi artículo y a su título. Palabra seguramente desconocida para muchos (por lo menos en mi caso), el bululú y sus dos acepciones en la RAE han rondado por mi cabeza desde ayer, por lo que mis ganas de compartir esta joya  con vosotros me han llevado a escribir estas líneas, y a decorarlas un poquito con la imagen que incluyo.

No me podréis negar que después de leer la definición y viendo esta foto sea normal pensar de inmediato en nuestro esperpéntico Arturo, ahora reconvertido en Artur al dejarse la “o” en casa para sus ratos íntimos y en familia, en los que, como bien es sabido, el idioma imperante es el castellano.


Así reza la definición de la Real Academia Española:

bululú.
1. m. Farsante que antiguamente representaba él solo, en los pueblos por donde pasaba, una comedia, loa o entremés, mudando la voz según la calidad de las personas que iban hablando.
2. m. Ven. Alboroto, tumulto, escándalo.

Leyendo esto quien osaría negarme que la prima acepción,  en un extraño “déjà vu”, se inspiró en las aventuras y desventuras, que no paranoias y alucinaciones, del ínclito “President de la Generalitat de Catalunya”. Empezando por lo de farsante, pasando por lo de él solo (y cada vez más sólo, por cierto), y acabando por lo de mudar la voz según las personas, en el caso de nuestro bululú patrio cambiando el discurso según el público ante el que esté actuando, parece que nos encontremos ante el acta bautismal de Arturo Mas Gavarró.
Y si pasamos a la segunda acepción, creo que no tendría folios (en nuestra era gigabytes de espacio en la nube) para repasar los alborotos, tumultos y sobre todo escándalos que ha generado, y sigue generando, el triste actor principal de esta comedia bufa denominada Govern de la Generalitat de Catalunya. 
Actor protagonista que de “Unuraple” (honorable en castellano) tiene menos que cualquier actor aficionado de hoy en día o juglar de épocas pretéritas.


Me da a mí que alguno de sus ancestros recorría siglos atrás los pueblos y aldeas de nuestra geografía acompañado de un oso bailongo, un forzudo deforme (¿de los Junqueras de toda la vida?) y algún pájaro más.



1 comentario:

  1. Y ese ancestro, Ernesto, seguro que en una charla a la vera del fuego, le explicó a Artur(o)que la vida de "bululú" es muy mala, siempre a la carrera esquivando tomates y golpes de vara de un público malhumorado y demasiado exigente para su condición.
    Ahí fue cuando el bueno del "unurable" decidió meterse en Política.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar