martes, 10 de septiembre de 2013

España, que difícil es quererte

Conforme pasan los años, esa ilusión que arrastro desde pequeño, el amor a una España grande, libre, justa, culta, competente y ejemplar, se va diluyendo cual azucarillo en un café con leche. Bebida que por cierto en estos últimos días está muy en boga gracias a la impagable (para llamarla de alguna forma) intervención de Ana Botella en la masónica y esperpéntica reunión del COI celebrada en Buenos Aires. 

Buenos Aires: ¿Dónde si no se podría haber celebrado una reunión cargada de mentiras y manipulaciones y plagada de comisionistas, aduladores, vividores, prostituyentes pagando y meretrices bailando un tango antes de cobrar, que en la antaño llamada Real de Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre y hogaño convertida en reducto de judíos, psicoanalistas, dentistas, aduladores y demás gentes de mal vivir? Si Pedro de Mendoza levantara la cabeza se volvería a embarcar raudo y veloz en dirección a su querida España, aunque tal como están las cosas hoy en día en la península ibérica igual el remedio hubiera sido peor que la enfermedad. Pero dejemos la historia contrafactual y volvamos a nuestra cruda realidad, es decir, al Siglo XXI, la Vía Catalana, el inexistente nivel cultural de los españoles, el “I have a dream” del reyezuelo Arturo y las sandeces del impresentable y balbuceante alcalde de Barcelona, que sin lugar a dudas haría mejor compartiendo pesebre con cualquier burro autóctono catalán que hablando en público para vergüenza propia y ajena.

No haré más leña del árbol caído, ni pienso recrearme en los problemas lingüísticos de determinados personajes, la nula capacidad de comunicación de nuestro actual presidente del gobierno o la simplista y engañosa mercadotecnia del editor de “El Mundo”, siempre en pos del dinero fácil a costa de la inocencia de los lectores (recordemos el 11-M, como paradigma de las maneras de hacer de dicho medio). Para ello ya tenemos las redes sociales, que están echando humo de tanto insulto, chiste fácil y críticas a diestro y siniestro; eso sí, en textos simples, burdos, faltones y sobre todo cargados de faltas de ortografía. Fiel reflejo de nuestra querida patria, que a falta de cultura se ha convertido en líder mundial en el uso de teléfonos inteligentes (en la mayoría de los casos bastante más que sus propietarios), consumo de drogas varias y arraigo de la prostitución en polígonos, clubes de alterne y parques públicos. Eso sí, el nivel cultural y académico brilla por su ausencia, en todos los ámbitos, por lo que en el fondo se me antoja peor la reacción barriobajera y cutre de los creativos de “memes”, animaciones, foto-montajes y demás sandeces que los propios hechos acaecidos allende el gran charco.

Porque dicha derrota,  más predecible que el enésimo fracaso de los teléfonos con Windows 8, en el fondo solamente aporta cosas buenas a nuestro país: menos gastos, menos vividores representando a nuestro país con su patética imagen y su poca preparación, menos comisiones bajo mano y obras públicas por adjudicar y, sobre todo, menos daño a los pobres inocentes, en su mayoría niños, que siguen creyendo en los Reyes Magos y las Olimpiadas como paradigma del deporte sano y la convivencia mundial en armonía e igualdad. Puaj.

Porque vistas las caras de los jóvenes, y algunos no tan jóvenes, en los alrededores de la Puerta de Alcalá a los pocos minutos de conocerse la derrota, el único sentimiento que se apoderó de mí es el de odio eterno a los manipuladores, los mentirosos, los intermediarios y los profesionales de la adulación y la comisión (y al fútbol moderno, por añadidura). 

Es decir, mi profundo y justificado desprecio hacia todos los que mienten, magrean, saquean, utilizan y destrozan a nuestra querida patria. No hace falta que os diga quiénes son. Por algo no votáis muchos de vosotros.

España, que difícil es quererte.


P.D. Tal como me dijo una amiga ayer, espero que en este artículo siga cuidando las palabras y el contenido y sea certero en lo que digo. ;-)


3 comentarios:

  1. Anónimo1:17 p. m.

    Como siempre genial.
    Desde la Catalunya profundamente Hispánica, un saludo.
    Jorge C. Juárez.

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  2. A mí me hierve la sangre cuando hasta la Iglesia catalana hace ondear las esteladas en sus campanarios. Ejemplo: la parroquia de San Medín en el barrio de Sants en Barcelona.

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  3. Muy certero, Ernesto.
    Es dífícil, pero yo soy de los que piensa que España nos sobrevivirá a todos, míseros parásitos. Los enemigos y los "cambiacapas" son muchos y muy variados, pero... ¿qué cosa mejor hay que ser español, amigo?
    Yo no lo elegí. Es un Don que me dio Dios.

    No estaría bien hacerle el feo.

    Un abrazo.

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